Mi primer encuentro con ‘Azul’ de Michael Kiesling fue a través de su edición estándar, que con su nombre sencillo y empaque llamativo, capturó mi atención, además de estar siempre presente en los blogs de recomendaciones de juegos de mesa. Aunque no estaba completamente convencido de comprarlo debido a su tamaño y precio, el diseño, que me recordaba a la casa de los azulejos de Sanborns en la Ciudad de México mantenía mi interés.
El día que encontré ‘Azul Mini’ a la venta, supe que era la oportunidad perfecta para disfrutar de este juego de forma portátil y accesible. Con su saco bellamente decorado en motivos de azulejos azules, Azul Mini ofrecía la misma experiencia encantadora en un formato más conveniente.
Una Inmersión en el Arte Árabe
Sumado a la experiencia visual, Azul nos lleva a un viaje histórico al mundo del arte de los azulejos. Nosotros somos artesanos. La mecánica del juego es sutilmente compleja: elegir y distribuir azulejos de colores de las charolas, y estratégicamente organizarlos en nuestro tablero. Cada azulejo que sobre en nuestra selección «caera al piso» y nos quitarán una buena cantidad de puntos.
A pesar de su aparente simplicidad, ‘Azul Mini’ exige una estrategia cuidadosa. Los errores pueden ser costosos, y las decisiones tomadas pueden cambiar rápidamente el curso del juego. En mi hogar, las partidas se convierten en intensas batallas de ingenio, especialmente contra mi esposa, la campeona indiscutible en nuestra mesa.
Lo que hace que ‘Azul Mini’ sea ideal para familias, especialmente con niños pequeños, es su accesibilidad y la facilidad de enseñar las reglas del juego. Su diseño compacto permite pausar y retomar partidas con facilidad, y su naturaleza no textual lo hace amigable para los más jóvenes.