Mi Opinión sobre el Sexenio de AMLO: Una Reflexión Personal
El sexenio de Andrés Manuel López Obrador está por concluir, y con él se cierra un capítulo importante en la historia reciente de México. Desde su llegada a la presidencia, AMLO ha sido una figura polarizante, amado y odiado en igual medida. Hoy, quiero compartir mi opinión personal sobre su gestión, consciente de que mi perspectiva no es la única, pero sí refleja lo que he observado y vivido en estos seis años.
Expectativas Iniciales y Percepción del Cambio
Cuando López Obrador asumió la presidencia, mis expectativas eran moderadas. No esperaba grandes cambios, pero tampoco temía un desastre. Alrededor de mí, muchos tenían opiniones negativas, especialmente empresarios y personas con una visión crítica del gobierno, preocupados por las posibles repercusiones económicas y sociales. Se decía que AMLO regalaría dinero, que ahuyentaría a los inversionistas y que su gobierno sería un obstáculo para el crecimiento.
Pero, para mi sorpresa, su gestión ha sido diferente a lo que se esperaba, quizás incluso más estratégica de lo que muchos le atribuían. Ha demostrado ser un líder paciente, un ajedrecista político que ha sabido mover sus piezas en un tablero complicado. A veces pareciera más suerte que cálculo, pero el hecho es que, contra todos los pronósticos, ha consolidado la «Cuarta Transformación». Y admito que eso es algo que yo no deseaba.
Política Energética y Proyectos Controversiales
Uno de los puntos más discutidos ha sido su apuesta por el petróleo en un contexto mundial que parecía moverse hacia energías limpias. A pesar de las críticas, su enfoque ha resultado ser estratégico en el escenario actual, donde la guerra y las tensiones internacionales han elevado el precio del crudo. Al principio, me parecía un enfoque retrógrada, pero hoy veo la importancia de asegurar autonomía energética en un mundo donde las dinámicas pueden cambiar tan rápido.
El Tren Maya y el Corredor Interoceánico son proyectos ambiciosos que, aunque polémicos, tienen el potencial de transformar la infraestructura del país. No puedo negar que me preocupan las implicaciones ambientales, pero también reconozco que los beneficios económicos a largo plazo pueden ser significativos. Quizá no comparto todos los métodos, pero veo en estos proyectos un intento serio de generar desarrollo en regiones olvidadas del país. Hoy veo a pocos mexicanos lamentando la pérdida de ecosistemas que dieron lugar a desarrollos turísticos como Cancún o Huatulco.
Impacto Personal: La Reforma Laboral
En lo personal, la reforma laboral me benefició directamente. Antes, trabajaba bajo un esquema de subcontratación que afectaba mis derechos y beneficios. Gracias a las nuevas leyes, mi situación laboral mejoró significativamente: mi salario declarado aumentó, mis prestaciones se regularizaron y mi ahorro para el retiro creció exponencialmente. Esto no fue un regalo, fue justicia.
Sé que muchos empresarios no están contentos con estas reformas, y lo entiendo. Ajustarse a un nuevo marco laboral puede ser costoso, pero, para mí y muchos otros, ha sido un cambio que nos ha devuelto la dignidad como trabajadores. Nunca he creído en los regalos; si he mejorado mi situación, ha sido porque el gobierno hizo que se respetaran mis derechos, no porque me hayan dado algo a cambio de nada.
Criminalidad y Estrategia de Seguridad:
Es cierto que la criminalidad ha escalado en varios puntos del país y que la percepción de impunidad persiste. La estrategia de “abrazos, no balazos” ha sido criticada por ser vista como demasiado laxa frente a la violencia. Sin embargo, también es importante reconocer que la guerra contra el crimen organizado es un conflicto asimétrico, con raíces profundas en la desigualdad y la corrupción, y no se puede resolver con pura fuerza militar. AMLO ha intentado una estrategia diferente, enfocada en el debilitamiento de las estructuras económicas del crimen y la prevención del reclutamiento. Este enfoque, más a largo plazo, busca atacar las causas subyacentes en lugar de solo los efectos visibles, pero su éxito dependerá de su continuidad y coherencia en administraciones futuras.
*Reflexión Personal sobre la Estrategia de Seguridad:
Entiendo que enfrentar un conflicto de este tipo no es sencillo, y que la estrategia de seguridad implementada busca, en teoría, generar resultados a largo plazo. La naturaleza de la violencia actual en México no es la de un conflicto convencional, sino una guerra asimétrica donde los cárteles han construido verdaderos feudos y zonas de influencia que no cederán fácilmente. Cambiar la táctica de enfrentamiento directo por una que busque socavar su poder de manera estructural tiene sentido estratégico, pero también implica un costo social inmediato. Reconozco que este enfoque tiene su lógica, pero sus resultados aún están por verse.
En general, mi visión es que, a pesar de las críticas y la percepción negativa en torno a la estrategia de seguridad, es necesario considerar que no se trata de un problema que pueda solucionarse de la noche a la mañana. La persistencia del problema de la violencia y la impunidad es un reto que trasciende a un solo sexenio, y su solución requerirá un compromiso sostenido y políticas integrales que aborden las raíces del conflicto.
La Oposición y el Futuro Político
A lo largo del sexenio, la oposición no ha logrado consolidarse como una alternativa real (Aunque yo mismo deseaba que surgiera un líder a la altura). En lugar de presentar propuestas concretas, se han centrado en descalificar, atacar y, finalmente, humillarse. Esto ha facilitado que AMLO avance con su proyecto político casi sin oposición efectiva, consolidando su visión de la «Cuarta Transformación». Aun así, queda por ver si esta continuidad, ahora en manos de Claudia Sheinbaum, será capaz de responder a los retos que México enfrenta.
Y es que, aunque a veces me molesten sus discursos, hay algo en López Obrador que me ha hecho creer en su genuina intención de cambiar el país. No se le puede negar que se ha enfrentado a poderes que pocos osarían desafiar. Claro, ha cometido errores, y me frustra su resistencia a reconocerlos, pero al final, veo más voluntad de transformar que en muchos de sus antecesores.
Conclusión
A lo largo de este sexenio, he tenido la oportunidad de reflexionar sobre el liderazgo y las decisiones que toma una figura como AMLO. Un amigo del trabajo, a quien respeto mucho, me comentó una vez que un verdadero líder se caracteriza por tomar decisiones tanto populares como impopulares. AMLO ha demostrado ser precisamente eso: alguien que, para bien o para mal, se ha salido de «lo mismo» y ha trazado su propio camino, con una visión distinta para el país.
Aunque hay muchos puntos que me generan dudas y preocupaciones, no puedo negar que con este gobierno ha habido más esperanza de transformación y cambio que con los «dinosaurios» que lo precedieron. Es un enfoque que se aparta del típico molde político, y aunque no comparto todos sus métodos, reconozco el impacto que ha tenido en la estructura política y social de México.
En definitiva, López Obrador ha dejado una huella que, para muchos, representa la posibilidad de un cambio verdadero, más allá de las ideologías y las controversias. Así que, aunque no soy el más culto ni el más informado, valoro el aprendizaje que me deja este sexenio: la importancia de no perder la esperanza y de ver más allá de las promesas inmediatas, esperando que los planes a largo plazo rindan frutos.